El hormigón es uno de los materiales de construcción más utilizados en el mundo.

En el mundo al año se utilizan alrededor de 10.000 millones de metros cúbicos de esta mezcla y su producción es la responsable del 5% de las emisiones de CO2 a la atmósfera. Razón por la que se trabaja intensamente en la reducción de este material y en la búsqueda de una fórmula mucho más sostenible.

En Taresco, Ingeniería y Construcción nos hemos hecho eco en diversas ocasiones a través de nuestro canal en Linkedin de los avances que se han producido en este sentido, ya que nos parecen trabajos sumamente interesantes.

Así, por ejemplo, leíamos hace unas semanas en EcoInventos el trabajo de los científicos del Instituto Politécnico de Worcester sobre un hormigón autorreparable que come CO2.

Un proyecto basado en el cuerpo humano

Su proyecto está basado en el cuerpo humano y el funcionamiento de sus glóbulos rojos. De hecho, este equipo añadió la enzima anhidrasa carbónica (AC) – encargada de transferir rápidamente el CO2 de las células al torrente sanguíneo- al material. Con ello consiguieron que, cuando se forma una pequeña grieta, la enzima interactúa con el CO2 del aire para producir cristales de carbonato cálcico, que imitan las características del hormigón y rellenan rápidamente la grieta.

Sin lugar a dudas, la fabricación de materiales más sostenibles es toda una carrera y más cuando hablamos del hormigón. De hecho, ya es habitual encontrar en el mercado opciones respetuosas con el medio ambiente como los hormigones ecológicos, reciclados, biológicos o fotocatalíticos, entre otros.

En definitiva, se trata de emplear soluciones respetuosas con la naturaleza favoreciendo la economía circular o sustituyendo los materiales más contaminantes por otros más sostenibles. Destacan en esta última opción, el empleo de carbón como sustituto del cemento o de latas recicladas para aportar resistencia al hormigón.

Otro ejemplo es el uso del grafeno que están haciendo desde la Universidad de Exeter para incrementar la resistencia del hormigón y minimizar el uso de cemento en la producción.

Y, por supuesto, España no iba a ser ajena a esta carrera. Por supuesto aplaudimos el trabajo de la Universidad Politécnica de Valencia y del equipo que consiguió fabricar el hormigón celular más ecológico del mundo en 2018.

Los investigadores españoles combinaron cenizas de cáscara de arroz, papel de aluminio y residuos procedentes de la elaboración de hierro en altos hornos y del proceso de obtención de combustible. Como resultado obtuvieron un material de alta resistencia que reducía en un 78% las emisiones de CO2 a la atmósfera, respecto al hormigón tradicional.

En definitiva, la búsqueda de un hormigón más sostenible debe continuar y hacer evolucionar nuestro sector. En Taresco, Ingeniería y Construcción estamos deseando hablaros de los próximos avances.